Esta
es la historia de una cagada. No es sobre una regañada
muy fuerte, ni tampoco cuando algo se arruinó. Es literalmente, sobre una ida
al baño. No mía, por supuesto, sino de mis hijos, que convierten un momento
incómodo en un baño público en una historia digna de contar.
Estábamos los cuatro haciendo compras
en Wal-Mart, ellos aprovechan cuando estamos en la sección de los vegetales, la
que queda al otro extremo de los baños en el gigantesco supermercado, para
anunciar la urgencia de sus necesidades básicas. Siempre lo hacen, yo creo que
es porque les gusta que nos pongamos a
correr como locos por los pasillos, empujando a la gente y esquivando los
carritos para llegar al baño antes de que se hagan en medio de la sección de
galletas.
Pues llegamos al baño, estaba lleno de
señoras, esperamos impacientes nuestro turno y nos metimos los tres en uno
solo. Como ya no aguantaban, orinaron los dos al mismo tiempo, esto es siempre
una mala idea, pero ante la urgencia no queda otra opción… Los hombres, vivo
con tres y no los logro entender todavía, tienen una fascinación extraña con su pene, y
me di cuenta que empieza casi desde que nacen. Es su juguete favorito, por lo
tanto, a los gemelos les pareció muy divertido hacer como si fueran pistolas y
“dispararse” los orines, me tuve que quitar de en medio para no terminar yo
también toda orinada. ¡Los hombres y sus cosas raras!
A todo esto, nadie de afuera se había
dado cuenta, hasta que Javier y su hermoso, pero alto tono de voz me dijo:
- - Maaaami, caaaaca!!! –
gritó con cara de pánico.
Y aquí empezó la odisea del día. Les
voy a contar tal y como sucedió, con los diálogos y expresiones incluidas.
Javier decidió narrar su cagada… si, y
a grito pelado y con los detalles.
- - Maaaaaami, no me sale
la caca!!
(Aquí fue donde
las señoras que estaban afuera del baño se empezaron a reír)
- - Empuje un poquito Javi
– le susurré bien bajito.
- - No sale mami, está
duuura
Gracias por
compartir esa información.
Matías, como
buen hermano, empezó a apoyarlo y hacerle barra. Con aplausos y gritos
incluidos.
- - Yaaaayi, Yaaaayi, vaaamos
Yayi, empuje la caca!!! - decía Matías.
- - Ahí viene un poquito
mami, ya lo siento. Voy a seguir empujando duro.
De nuevo,
gracias Javier por narrar el minuto a minuto.
Mientras Javi
estaba en su tragedia, porque ya sudaba y todo. Matías se puso a filosofar.
- - Mami, tú no tienes
pipi, verdad? Entonces como haces orines? Por donde te salen? – me dijo Mati.
- - Por otro huequito que
tenemos las niñas, en la casa te cuento – le dije, porque las señoras de afuera
del baño ya estaban estalladas de la risa.
- - Pero mami, por qué
mejor no te pones una pipi y ya? Así más fácil.
Justo cuando ya
no sabía que responder a mi hijo sobre su propuesta de que me cambiara de
género, Javier alcanzó la meta y de manera muy gloriosa y orgullosa grito:
-Maaaami, ya
salió! Ya salió la caca!
Matías le aplaudió,
se abrazaron y finalmente salimos del baño en donde un grupo de señoras nos
esperaban, con los ojos llorosos de tanto reír, para conocer a los niños que
les hicieron el día. Uno con la narración explícita de su número dos y el otro
con sus preguntas existenciales.
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