lunes, 1 de agosto de 2016

Pita el aaaaaarbitro, vamos al fútbol!!

Javier y Matías son todo lo que el papá siempre soñó, unos fieles, reales apasionados, fanáticos del fútbol.

Lo primero que hacen los domingos cuando se levantan es prender el tele y pasar por todos los canales de deportes, que ya se los saben y ponen solos, para ver qué partidos hay. No les importan los equipos, ellos escogen por colores.

-        -   Yayi yo voy con los azules.
-        -   Ok Matías, entonces yo voy con los blancos.

Y no necesariamente tienen que ser de ligas europeas, ellos aún no son clasistas con el deporte, con tal de ver fútbol pueden echarse los 90 minutos de Barrio México contra San Carlos y aún así apreciarlo.

Quieren pasar todo el día jugando fútbol, en la cochera, en el patio, en un pasillo, en la sala, con un peluche eso sí para que no quiebren nada. Una de las maravillas de tener un hermano gemelo, siempre hay alguien con quien  jugar. Se inventan sus propias reglas, uno es el árbitro y el otro el narrador del partido que siempre empieza con el tan conocido “vamos al fútbol”, e inicia el juego de sus vidas.

-        -   Mami, hoy tenemos un partido muy importante, me dice Matías, así la bola sea el peluche de la Vaca Lula que tienen por ahí.

Y estos partidos tienen penales, tiros libres y hasta copias. Cada gol o falta va con copia incluida. Así le dicen a las repeticiones, que son ellos volviendo a hacer la jugada.

Todo esto nos ha llevado a grandes discusiones familiares, Andrés siendo Saprissista envenenado y Madrilista hasta la muerte, espera la misma lealtad por parte de sus hijos. Con Matías no hay mayor problema, el sigue los pasos de su papá, pero Javier se está mostrando rebelde desde pequeño, así que él le va a la Liga y al Barcelona, en el fondo creo que es solo para llevarle la contraria y hacerlo sufrir, porque Andrés sufre y mucho y trata de arreglarlo, hasta me preguntó si será bueno castigar a Javier para que cambie de opinión. Ya que mi argumento de “déjelo ser” no lo convenció, aún estamos buscando otra solución para este gigante conflicto familiar.

Sé que Javier no se toma tan en serio lo de los equipos porque así como existen dos tipos de personas en este mundo: los que les gusta el frío y los que les gusta el calor. Los que prefieren las mañanas y los de la noche, los que son de pizza hasta la muerte y los de hamburguesas sin pensarlo, están los fieles a su equipo en las buenas y en las malas y están los que no les gustan perder. Javier es uno de ellos, él apoya al equipo que va ganando, el que meta más goles y termine de campeón y la prueba más grande de ello fue su falta de patriotismo en uno de los partidos de nuestra adorada Selección Nacional.

Los llevamos por primera vez al Estadio Nacional a ver jugar a la Sele contra Venezuela, la felicidad en la cara de mi niños por ir a “la cancha más grande del mundo”, desde su perspectiva, sigue siendo de mis momentos favoritos y todo iba súper bien, gritando y apoyando al equipo hasta que cayó el primer gol y no fue de los nuestros, la Vino Tinto nos metió el primero, todos nos sentamos decepcionados y empezamos a pedir con cara de sufrimiento un gol. Javier no, él no se complica, mientras Matías casi llora, él se subió el zipper de su sueter para que no se le viera la camisa roja, y empezó a apoyar a Venezuela, a gritar y aplaudir, el muy vende patrias. Claro, no le duró mucho porque ya sabemos quién gano ese partido, así que al ratito se volvió a abrir el abrigo y se convirtió de nuevo en un apasionado costarricense apoyando a su selección.

Así como en el último mundial unió al país en una sola burbuja de felicidad, el fútbol une a mi familia con una inmensa alegría, juntos vemos los partidos que ellos juegan en el parque; yo que en la vida he practicado ningún deporte, jamás hacer ejercicio porque odio sudar, termino corriendo detrás de ellos con la cara roja y sin aire tratando de quitarles la bola, Andrés tiene lo que todo padre siempre desea, compartir momentos futboleros con sus hijos. Juntos vemos los partidos de la Sele, Matías llora desconsolado cuando pierden, Javier se pasa de equipo y siempre gana y al final se van juntos a jugar afuera otro partido.

Pita el aaaaaaarbitro…. No más.

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